El jueves el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, volvió a diferenciarse del Gobierno nacional y se cortó solo al dar los detalles del plan “Primero la Escuela” para el inicio de las clases presenciales en la Ciudad el 17 de febrero. El primer gran golpeado por la movida de Larreta fue el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, ya que en ningún momento fue consultado por el Gobierno de la Ciudad por el retorno a las clases presenciales y mucho menos sabía del plan que presentó Larreta. Según supo DataCiudad el enojo de Trotta con los funcionarios porteños era importante.
El plan de Larreta era claro: la Ciudad iba a volver a las clases presenciales y esa era una decisión que no estaba en discusión y que tampoco era un tema que iba a ser consultado con Nación. “La opinión del Gobierno nacional no importa”, le dijo a este medio un colaborador del Jefe de Gobierno.
Pero hay más, días antes del anuncio de Larreta, el propio Trotta dijo que los colegios no tenían la infraestructura para volver a las clases presenciales en medio de la pandemia, debido a los cambios que se debían producir en las aulas. El no ser consultado por Larreta lo enojó y aunque quiso salir a los medios, desde el propio Gobierno nacional le dijeron que no confrontara.
“Esperemos los resultados y a ver como le va a Larreta con la vuelta de las clases presenciales”, dijeron con cierta malicia en el albertismo. Está claro que Larreta también está motivado por un objetivo político: sabe que la mayoría de la sociedad quiere que los colegios abran. Y quiere aprovechar eso. En definitiva, la pelea entre Nación y Ciudad es política y electoral. |